“Dadme a los cansados, a los pobres, a las multitudes que ansían respirar la libertad”. [Emma Lazarus, 1860]. La Estatua de la Libertad está de aniversario, cumplirá el próximo 28 de octubre 120 años. Diseñada por el escultor Frederic Aguste Bertholdi y por el creador de la Torre de Eiffel, Alexandre Gustave Eiffel, fue un regalo del gobierno francés a Estados Unidos para honrar los ideales de la libertad. Desde que fue inaugurada por el presidente Grover Cleveland en 1886 se convirtió en símbolo de bienvenida, un faro de esperanza y salvación para millones de personas que acudían a la “luz” de su antorcha escapando de la persecución, calamidades, desastres o simplemente en búsqueda de una vida mejor. Pero como nada es permanente en esta vida, esa luminosidad empezó a apagarse cuando llegaron al poder el autoproclamado “enviado de Dios”, George W. Bush y sus “iluminados halcones neoliberales”.
Después de despilfarrar el tesoro público en sus sangrientas guerras estúpidas, han convertido el asesinato de inocentes en símbolo de libertad y democracia. Han “descubierto” cínicamente, que la multitud de inmigrantes “es intolerable y constituye un peligro para la seguridad nacional”. Los medios de comunicación — coludidos con el gobierno y para poder sostenerlo — empezaron a extraer cadáveres y evocar las sombras de la inmigración, con el fin de confundir al pueblo norteamericano que son todos, hijos o nietos, de inmigrantes y hacerles olvidar que la inmigración siempre ha sido un motor perpetuo de la existencia y el desarrollo socioeconómico de los EE.UU.
Enseguida aparecieron estadísticas justificando las medidas para frenar el flujo de inmigrantes al país, en especial de los hispanos, pilar de la economía norteamericana porque tienen la capacidad adquisitiva de casi un millón de millones de dólares y constituyen el sector más dinámico de la población. La construcción de un absurdo muro de 750 millas de largo en la frontera con México que es de 2,000 millas en total y la autorización de formación del grupo antiinmigrante Minuteman, que en el futuro se convertirá en una formación represiva paramilitar al estilo de Alemania nazi, fueron las primeras medidas represivas del gobierno.
Después, siguió la racha de persecución de los inmigrantes, mayoría de hispanos, bajo el pretexto de “limpiar” el país de ilegales en los pueblos pequeños de los Estados Unidos. Ya son siete ciudades, como Escondido, California, cuyas autoridades han promulgado leyes municipales negando vivienda a inmigrantes indocumentados. Lo curioso de Escondido es que allí viven unas 150 mil personas, de ellas, más del 50 por ciento inmigrantes, y en cada familia con documentos en orden, hay por lo menos una persona indocumentada. Entonces las autoridades tendrán que castigar a más de 50 mil personas, lo que será imposible en términos jurídicos y económicos. Las autoridades de las ciudades grandes lo saben perfectamente. Para Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York donde más del 40 por ciento de la población son inmigrantes, “deportar a todos los indocumentados significaría el colapso total de la economía de la ciudad”.
Pese al anuncio del alza de precio en los alimentos, por falta de mano de obra en la recolecta, por ejemplo, la xenofobia y racismo aumentan conforme se acercan las elecciones de noviembre cuando se renovará el Congreso. En el condado de Orange, California, el candidato republicano de origen vietnamita, Tan Nguyen, mandó cartas a 14,000 hispanos diciendo: “si usted es ilegal o extranjero, su participación en votación será un crimen y será encarcelado”. Ejemplos abundan y no hay espacio para describirlos.
Estados Unidos ya no es un país lleno de anglosajones y no puede existir sin inmigrantes, y menos sin hispanos. De acuerdo al científico Oliver Curry de London School of Economics, para el año 3000 las diferencias raciales se anularán por la mezcla de razas, produciendo una raza uniforme de personas de tono café.
Los inmigrantes hispanos, en especial, somos el presente y el futuro por mucho que lo nieguen los políticos.
Fuente: Poder Popular
23/10/06
* vicky.pelaez@eldiariony.com
|