Dentro de las últimas décadas el medioambiente ha experimentado cambios drásticos; catástrofes naturales tales como diluvios, huracanes, tifones, tsunamis, e incluso alteraciones considerables en los patrones climáticos de los países; los inviernos se hacen más fríos y con mayor precipitación; el periodo estival trae consigo meses sin precipitaciones y una gran cantidad del líquido vital evaporado, el cual se condensa esperando el frío necesario para dejar caer un aguacero sin precedentes; el periodo autumnal se retrasa más de lo normal, se hace más caluroso y más corto; el periodo primaveral comienza a hacerse presente ya a mediados de invierno y le concede mayor tiempo de calor al verano; en fin creo que a todos los países les ha tocado en mayor o menor medida saborear los cambios climáticos dentro de nuestro mundo.
Sabemos bien que nosotros somos causantes directos y responsables de este cambio; el daño cada vez mayor a nuestra capa de ozono, por consecuencia el efecto invernadero; las temperaturas en toda la superficie de la tierra aumentan derritiendo en cuestión de años, glaciares completos; de esta forma delicados ecosistemas colapsan poco a poco ante nuestra actuación que si bien no es intencional, es claramente, nuestra responsabilidad.
Es el momento de analizar estas responsabilidades:
Somos una especia acostumbrada a transformar el espacio que nos rodea en pro de nuestro propio provecho, pero necesario es preguntarse ¿Cuántas veces estudiamos bien la forma de ocupar espacios en pro de nuestro bienestar? La situación actual nos muestra claramente que no hemos sido capaces de pensar nuestra forma de proceder.
Creo poder esbozar un indicio de nuestra mala utilización de los recursos y de nuestra mente; y este indicio recae en una época específica de la historia humana, a saber durante la Revolución Industrial. En dicho periodo las industrias comenzaron a maravillarse con la capacidad humana de crear maquinarias lo suficientemente eficientes como para reemplazar el propio humano en labores arduas; pero lo más importante en este periodo y lo que nos importa es que las empresas comenzaron a trabajar a gran escala, y posteriormente a acostumbrarse a crear la mayor cantidad de productos al menor costo posible para así aumentar considerablemente las ganancias.
He ahí el indicio de que somos más bien animales que pensamos a la rápida más que animales que piensan bien; por ejemplo, demandamos como consumidores X cantidad de productos, donde X es la cantidad de personas que requieren el servicio; por cuanto la empresa productora pensará de forma industrial al crear el producto a gran escala, con el menor costo posible para su elaboración y olvidándose completamente de los daños que estos pueden producir al medioambiente. De forma rauda daremos un ejemplo preciso: las plantas de elaboración de celulosa destruyen ecosistemas completos al verter todos los químicos excedentes de sus procesos de elaboración en los ríos, playas o lagos más cercanos [por ejemplo, Celulosa Arauco]. Pensemos un momento; el humano es un ser de inteligencia abrumadora; ergo es prácticamente imposible que no seamos capaces de estudiar de mejor forma nuestros procesos de elaboración de productos evitando un posible daño al medioambiente…
Precisamente ahí está el problema. Los peces gordos jamás serán capaces de no escatimar ningún gasto, jamás serán capaces de ceder parte de sus millones mejorando sus sistemas de producción, no por que la demanda lo exige, sino porque el medioambiente lo requiere, a fin de cuentas gran parte de la culpa es de las grandes factorías y más precisamente de los plutócratas jefecitos mayores. Retomaré otro hecho que no es menor y que a pesar de ser nombrado quizás no se le haya tomado el peso necesario; ese hecho es el demandante de productos, o más bien dicho, la sobrepoblación de demandantes. Hay que ser bastante diligente al analizar el siguiente tema;el humano es una población en crecimiento, por ende una población de demandantes en crecimiento, pensemos entonces en una solución para este crecimiento abrumador de nuestra población de bocas hambrientas…
…Lo único que se me ocurre en estos momentos es control natal ya que otros métodos de control de población serían catastróficos o bien de ciencia ficción , se me viene a la cabeza un “si definitivo” al método anticonceptivo, o el postinor para todos; en fin, viéndolo de forma fría, lo que necesitamos son más muertos, o simplemente detener las altas tasas de natalidad utilizando métodos anticonceptivos; por lo menos en Chile la población y los políticos le tienen “miedito” o más bien le piden permiso a la Santa Madre Iglesia para mover cuidadosamente sus hilos, como si la iglesia no haya dado suficientes pruebas a lo largo de su existencia de que es una institución de poco fiar; a mi parecer, el controlar esta indiscriminada natalidad es una buena idea para nuestro futuro como humanos; sólo piénsenlo por un momento, reducimos considerablemente la natalidad, reducimos por tanto el crecimiento exponencial de nuestras ciudades, la tala indiscriminada de árboles, la demanda de productos a industrias destructoras del medioambiente; en fin, menos bocas que alimentar significa directamente una detención a largo plazo de nuestra propia destrucción.
Estamos ad portas de un posible colapso medioambiental, de hecho en las zonas más septentrionales del mundo la madre naturaleza, lentamente refleja los estragos causados por la peste destructora del ser humano.
Lo que mejor podemos hacer como simples ovejitas es entrar en conciencia de qué es lo que nos destruye poco a poco, intentar cambiar nuestro proceder e incentivar a los nuestros a tomar cartas en el asunto; pensemos en nuestro propio futuro, lo que hagamos ahora no es para nuestros hijos, porque con la rapidez con que se han desatado los hechos nosotros seremos testigos directos de estos cambios medioambientales; me gustaría poder heredarle a alguien una tierra mejor que la que me han heredado a mi; si me dieran a elegir no quisiera heredar o vivir en una tierra de mierda. * Ignacio Epuñán es alumno de la Escuela de Cine de la Universidad Arcis
Foto: Ignacio Epuñán
04/03/07
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