Evo Morales sabe acerca de “cambios en los que uno puede confiar.” También sabe lo que pasa cuando se fuerza a una élite poderosa a que haga cambios que no quiere.
Morales es el primer presidente indígena de Bolivia, el país más pobre de América del Sur. Asumió la presidencia en enero de 2006. Enfrentándose a la poderosa oposición interna, nacionalizó los yacimientos de gas natural de Bolivia, lo que transformó la estabilidad económica del país y, curiosamente, enriqueció a la misma élite que había criticado en un principio dicha decisión.
Sin embargo, la reacción violenta de la oposición llegó a su punto álgido en septiembre. En una entrevista en Nueva York esta semana, Morales me dijo: “El sector opositor, la derecha… decide hacer un golpe de estado civil… No pudieron.”
Como respuesta a esta situación, los presidentes de las naciones de Sudamérica se reunieron en Chile para realizar una cumbre de emergencia, liderada por las presidentas Michelle Bachelet, de Chile, y Cristina Kirchner, de Argentina. El grupo hizo una declaración pública de condena a la violencia y de apoyo a Morales.
En la entrevista, Morales también dijo: “Y quiero mostrar mi respeto en los Estados Unidos a la comunidad internacional. Todo el mundo condenó el atentado a la democracia, atentado contra el estado de derecho, menos el gobierno de los Estados Unidos. Menos el embajador de los Estados Unidos. Es impresionante.”
Después del intento de golpe de estado, Morales expulsó al embajador estadounidense, Phillip Goldberg, acerca del que declaró: “Está conspirando contra la democracia y busca la división de Bolivia.” Morales agregó: “Él me trataba como el Bin Laden andino, a los agricultures de coca de talibanes. Esto cuando yo era dirigente y cuando era candidato a la presidencia. Permanentemente desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos he sido acusado de ser un narcotraficante y un terrorista. Y después, ahora que soy presidente, este trato sigue de la embajada. Yo sé que eso no viene del pueblo [norte]americano.”
Morales le dio a la DEA, Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos, tres meses para que salga del país, y anunció en las Naciones Unidas este lunes que Bolivia no le dará permiso a la DEA para que regrese. Morales fue un “cocalero,” un cultivador de coca. La coca es un cultivo central de la cultura indígena boliviana y de la economía local. Como escribió Roger Burbach, director del Centro de Estudios de las Américas [CENSA, por sus siglas en inglés], “Morales es un defensor de la política “Coca, sí; cocaína, no” y ha exigido el fin de las violentas acciones de erradicación del cultivo de coca financiadas por Estados Unidos; también aboga por el derecho de los campesinos bolivianos a cultivar la coca para el consumo doméstico, el uso medicinal e, incluso, para exportar como hierba de té y otros productos.”
Morales quiere preservar la tradición boliviana del cultivo de coca al mismo tiempo que busca eliminar el flagelo del narcotráfico. Afirma que Estados Unidos usa la guerra contra el narcotráfico como una excusa para desestabilizar el país: “Si la DEA de verdad luchara contra el narcotráfico, las cosas serían muy diferentes.” También dijo que los líderes sudamericanos finalmente se están organizando entre ellos mismos: “Nosotros estamos organizando una inteligencia a nivel nacional en colaboración con los países vecinos como Brasil, Argentina, Chile y, de esta manera, [queremos] que sea mucho mas efectiva la lucha contra el narcotráfico; pero esto va a tener un elemento político. Que la DEA no vuelva no significa que vamos a romper las relaciones con los Estados Unidos.”
Las nuevas democracias latinoamericanas esperan tener mejores relaciones con el gobierno de Obama. Respecto a la elección del primer presidente afroestadounidense de Estados Unidos, el primer presidente indígena de Bolivia me dijo: “Ahora lo que viene es muy diferente, ojalá para poder complementarnos. Hay que buscar igualdad entre los pueblos que habitan la tierra que es América.” Después de nuestra conversación, Morales se dirigió a Washington para visitar el Monumento a Lincoln y rendir homenaje al Dr. Martin Luther King, Jr., “un homenaje a esa lucha de los hermanos del movimiento afroamericano. Es una obligación rendir homenaje a nuestros antepasados que dieron una dura batalla por la liberación, por el respeto, por los derechos”, dijo Morales.
Miles de personas van a reunirse en Fort Benning, Georgia este fin de semana para participar en la manifestación anual de protesta y desobediencia civil contra la Escuela de las Américas [ahora llamada Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica–WHINSEC, por sus siglas en inglés], un campo de entrenamiento militar en donde se afirma que han sido entrenados cientos de militares latinoamericanos que luego regresaban a sus países de origen a cometer violaciones a los derechos humanos. Las heridas causadas por la intervención estadounidense en América Latina todavía están abiertas. El Presidente electo Obama tiene la oportunidad de extender su mano y aceptar la rama de olivo que le ha ofrecido el Presidente Morales.
* Denis Moynihan colaboró en la investigación periodística para la producción de esta columna. Amy Goodman es presentadora de “Democracy Now!” un noticiero diario de una hora que se emite por radio y televisión en más de 550 emisoras en inglés y 200 emisoras en español. Amy Goodman fue galardonada con el Premio “Right Livelihood 2008”, también llamado el “Nobel alternativo”, y recibirá el premio en el Parlamento Sueco en diciembre.
© 2008 Amy Goodman
Foto: Amy Goodman
OBAMA: REDIMIR LA CASA BLANCA. Por Amy Goodman*
El primer afroestadounidense elegido para ser presidente de Estados Unidos recién visitó lo que pronto será su nueva residencia, una casa construida por esclavos. Con un gesto de su pluma, el día de la toma de posesión de la presidencia, el presidente Obama podría prohibir la tortura. Sería un modo de rendir homenaje a aquellos esclavos que construyeron su nuevo hogar, la Casa Blanca. El presidente Obama puede redimir a la Casa Blanca. Alice Walker es la primera mujer afroestadounidense que ganó el Premio Pulitzer por una obra de ficción. Pero el lunes la llamé para hablar sobre una historia verdadera. La familia Obama acababa de visitar la Casa Blanca. El primer afroestadounidense elegido para ser presidente de Estados Unidos había visitado la que pronto será su nueva residencia, una casa construida por esclavos. Walker me dijo: 'Incluso cuando la estaban construyendo, ya sabes, encadenados o embargados por la desesperación y la tristeza, la estaban construyendo para él. Nuestros ancestros tenían una perspectiva de la vida a muy largo plazo y veían lo que algún día llegaría.' La autora de 'El Color Púrpura,' que escribe sobre esclavitud y redención, continuó: 'Esta es una gran victoria del espíritu y significa una gran victoria, en especial, para la gente que ha tenido que vivir fundamentalmente de su fe.'
Varias décadas atrás, Alice Walker violó las leyes de Mississippi contra el mestizaje cuando se casó con un hombre blanco. Walker es descendiente de esclavos.
Aunque Barack Obama no es descendiente de esclavos – es hijo de un keniata y de una mujer blanca de Kansas –, su esposa, Michelle, sí lo es, y también lo son, entonces, sus hijas, Sasha y Malia. Los antepasados de Michelle Obama provienen de Carolina del Sur; su abuelo fue parte de la gran migración que se dirigió hacia el norte, a Chicago.
Melissa Harris-Lacewell, Profesora Adjunta de Política y Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de Princeton, reflexionó sobre la próxima mudanza de la familia Obama: 'Hay dos niñas afroestadounidenses, dos pequeñas niñas, que van a crecer teniendo como domicilio la Avenida Pennsylvania 1600. Esto supone un increíble cambio para nuestro país. No implica el fin de la desigualdad racial. No significa que el mundo haya mejorado para la mayoría de las niñas de color que crecen en hogares del South Side de Chicago o en Harlem, o para los niños y niñas de origen latino. Pero sí quiere decir que algo es posible en este país.'
La construcción de la Casa Blanca comenzó en 1792. Fue construida con arenisca extraída de las canteras de Aquia, Virginia por esclavos, después transportada a través del río Potomac y colocada en su lugar también por esclavos. La Asociación Histórica de la Casa Blanca enumera a varios de los esclavos que formaron parte de aquella histórica cuadrilla de construcción: 'Tom, Peter, Ben, Harry y Daniel, tres de los cuales eran esclavos propiedad del arquitecto que diseñó la Casa Blanca, James Hoban.' Canteros o madereros 'que aparecen en las listas de empleados del gobierno, tales como 'Jerry', 'Jess', 'Charles', 'Len', 'Dick', 'Bill' y 'Jim' sin duda fueron esclavos subarrendados a sus amos.' Randall Robinson, en su libro 'The Debt' [La Deuda], escribió acerca del trabajo de los esclavos en la construcción del Capitolio de Estados Unidos: 'Las desgastadas y picadas piedras sobre las que se paran los turistas indudablemente fueron colocadas en ese lugar por esclavos, a quienes se reservaba las tareas más duras. Cocían y apilaban los ladrillos. Mezclaban el cemento. Serruchaban las largas vigas de madera en fosas endiabladamente peligrosas en las que un esclavo se colocaba fuera de la fosa y otro adentro, y éste, con frecuencia, era casi enterrado vivo por el aserrín.'
Si miramos hacia adelante, Barack Obama puede hacer historia de otra forma. Las órdenes ejecutivas que emita determinarán el tono de su presidencia y podrían marcar el comienzo de una nueva era. Los grupos defensores de los derechos humanos están pidiendo el cierre del campo de prisioneros de la Bahía de Guantánamo y de las 'prisiones secretas' de la CIA, lugares en los que la tortura se practica como algo habitual.
Esto nos lleva de nuevo a la esclavitud. Cuando el famoso abolicionista Frederick Douglass era joven, fue esclavizado en una plantación de la costa Este de Maryland llamada Mount Misery, propiedad de Edward Covey, un famoso 'domador de esclavos.' Allí, las torturas físicas y psicológicas eran algo corriente. En la actualidad, el dueño de esa propiedad es Donald Rumsfeld, el ex Secretario de Defensa que fue uno de los principales artífices del programa de torturas y detenciones del ejército estadounidense.
Con un gesto de su pluma, el día de la toma de posesión de la presidencia, el presidente Obama podría prohibir la tortura. Sería un modo de rendir homenaje a aquellos esclavos que construyeron su nuevo hogar, la Casa Blanca, a aquellos esclavos que construyeron el edificio del Capitolio de Estados Unidos, a aquellos que fueron torturados en Mount Misery.
*Amy Goodman es presentadora de “Democracy Now!” un informativo diario internacional de TV y radio de una hora que se emite en más de 550 emisoras en inglés y 200 emisoras en español. Ha sido galardonada con el Premio “Right Livelihood 2008”, también llamado el “Nobel alternativo”, y recibirá el premio en el parlamento sueco en diciembre.
Denis Moynihan colaboró en la investigación periodística para la producción de esta columna.
Foto: Amy Goodman
© 2008 Amy Goodman
Texto Inglés
12/11/08
President Obama Can Redeem the White House. By Amy Goodman
Alice Walker is the first African-American woman to win the Pulitzer Prize for fiction. But Monday, I called her to talk about a true story. The Obamas had just visited the White House. The first African-American elected president of the United States had visited his soon-to-be residence, a house built by slaves. Walker told me: “Even when they were building it, you know, in chains or in desperation and in sadness, they were building it for him. Ancestors take a very long view of life, and they see what is coming.” The author of “The Color Purple,” who writes about slavery and redemption, went on, “This is a great victory of the spirit and for people who have had to live basically by faith.”
Many decades ago, Alice Walker had broken anti-miscegenation laws in Mississippi by marrying a white man. She is a descendant of slaves.
While Barack Obama is not—he is the son of a Kenyan man and a white Kansan woman—his wife, Michelle, is, and so, too, are their daughters, Sasha and Malia. Michelle Obama’s ancestors come from South Carolina; her grandfather was part of the great migration north to Chicago.
Melissa Harris-Lacewell, associate professor of politics and African-American studies at Princeton University, reflected on the Obamas’ forthcoming move: “There are two African-American girls, little girl children, who are going to grow up with 1600 Pennsylvania Avenue as their home address. That’s an astonishing difference for our country. It does not mean the end of racial inequality. It does not mean that most little black girls growing up with their residence on the South Side of Chicago or in Harlem, or Latino boys and girls growing up at their addresses, that the world is all better for them. But it does mean that there is something possible here.”
Construction of the White House started in 1792, with sandstone quarried by slaves in Aquia, Va., then transported up the Potomac River and hauled into place by slaves. The White House Historical Association lists several of the slaves on that historic construction crew: “Tom, Peter, Ben, Harry and Daniel, three of whom were slaves owned by White House architect James Hoban.” Stonecutters, or sawyers, “on government payrolls, such as ‘Jerry,’ Jess,’ ‘Charles,’ ‘Len,’ ‘Dick’, ‘Bill’ and ‘Jim’ undoubtedly were slaves leased from their masters.” Randall Robinson, in his book “The Debt,” wrote of slave labor in the construction of the U.S. Capitol: “The worn and pitted stones on which the tourists stood had doubtless been hauled into position by slaves, for whom the most arduous of tasks were reserved. They had fired and stacked the bricks. They had mixed the mortar. They had sawn the long timbers in hellishly dangerous pits with one slave out of the pit and another in, often nearly buried alive in sawdust.”
Looking forward, Barack Obama can make history in another way. The executive orders he issues will set the tone of his presidency and could usher in a new era. Human-rights groups are calling for the closing of the Guantanamo prison camp and CIA “black sites,” where torture has been commonplace.
Which brings us back to slavery. When Frederick Douglass, the renowned abolitionist, was young, he was enslaved on a plantation on Maryland’s Eastern Shore, called Mount Misery, owned by Edward Covey, a notorious “slave breaker.” There, physical and psychological torture were standard. That property, today, is owned by Donald Rumsfeld, the former secretary of defense who was one of the key architects of the U.S. military’s program of torture and detention.
With the stroke of a pen on Inauguration Day, President Obama could outlaw torture. It would be a tribute to those slaves who built his new home, the White House, a tribute to those slaves who built the U.S. Capitol Building, a tribute to those who were tortured at Mount Misery.
* Amy Goodman is the host of “Democracy Now!” a daily international TV/radio news hour airing on more than 700 stations in North America. She has been awarded the 2008 Right Livelihood Award, dubbed the “Alternative Nobel” prize, and will receive the award in the Swedish Parliament in December. Denis Moynihan contributed research to this column.
© 2008 Amy Goodman
11/12/08
Distributed by King Features Syndicate
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