Podría ser el título de una película. Sobre todo en esta política virtual que estamos viviendo. Pero entre los chilenos, es un tema serio. Finalmente, la coalición gobernante tiene su candidato. El senador y ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle será el abanderado de la Concertación de Partidos por la Democracia para la elección de fin de año. Es el epílogo esperado de una historia que se arrastró demasiado tiempo. Sin embargo, el desenlace tiene aristas que hasta hace poco no se consideraban.
Cuando pasadas las 21 horas del 5 de abril, un hastiado Eduardo Frei se declaraba vencedor en las primarias que enfrentó al senador José Antonio Gómez, caía el telón de un capítulo poco glorioso. Cerca de él, Camilo Escalona, presidente del Partido Socialista [PS] increpaba, a garabato limpio -con palabras al oído, que los cercanos podían escuchar- al derrotado Gómez. Y éste le respondía en el mismo tono agresivo y tan poco académico con que el timonel socialista acostumbra a dirimir las diferencias ideológicas, tácticas o estratégicas, dentro de su colectividad. Esta historia comenzó mal. La Concertación anunció que recurriría a una primaria para designar a su candidato presidencial. Así fueron ungidos Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Todos candidatos que lograron el triunfo. Pero esta vez las cosas se complicaron. El ex presidente Lagos parecía el más adecuado para enfrentar a Sebastián Piñera, adalid de la derechista Alianza por Chile. Al término de su mandato ostentaba un nada despreciable 70% de apoyo. Pero las encuestas dicen una cosa y la realidad se encarga de pintar el escenario definitivo. Trastabillones en varias obras emblemáticas desdibujaron el perfil del ex mandatario. Nos bastaron sus cargos internacionales. Y lo que terminó por persuadirlo -al menos públicamente- de que ésta no era su oportunidad, fue la escasa cohesión que hoy exhibe la colación que él ayudó a fundar. En el fondo, Lagos y José Miguel Insulza -otro aspirante con posibilidades- se convencieron que para ganar debían contar con una Concertación sólida. Y tal condición difícilmente se daba si, por tercera vez, un democratacristiano no estaba al frente de ella. Síntomas de deterioro de la DC estaban a la vista. No sólo en resultados electorales, sino en desgajamientos que más obedecían a aspiraciones personales que a diferencias ideológicas de fondo. Cuando se bajaron Lagos e Insulza, nadie dio demasiada importancia al parecer del Partido Radical Social Demócrata [PRSD]. No era una actitud nueva. Los radicales parecían estar acostumbrados a ser el vagón de cola. La voz de ese Partido se conocía poco en los temas trascendentales. Incluso, el senador Gómez era más bien prescindente Sólo cuando decidió montarse seriamente en la pre candidatura, los chilenos pudieron saber algo de lo que piensan los radicales respecto de la educación, del rol del Estado o del aborto. En la otra banda, el PS, el Partido por la Democracia [PPD] y la DC, había decidido imponer a Frei. Vinieron las presiones sobre Gómez, ya que se pensaba que su candidatura sólo obedecía a lograr un mejor trato en las plantillas parlamentarias. El sistema de primarias quedó desvirtuado. Fue cambiado para dar respuesta a los requerimientos de las mesas del PS, PPD y DC. Y así, las primarias sólo se desarrollaron en la VI y VII Regiones. Un cambio que no habla bien de la democracia interna. Y tampoco de la fluidez de las relaciones entre compañeros de ruta. Finalmente ¿qué queda en claro? Que estas primarias restringidas posiblemente fueron percibidas por los ciudadanos como un ejercicio ajeno a la verdadera democracia que debe existir en un conglomerado que aspira a prolongar su hegemonía más allá de los 20 años. Sólo cerca de un tercio de los electores que participaron en las primarias de 1999, lo hicieron esta vez. Un acontecimiento que no esperaban los líderes concertacionistas. Y otro hecho inesperado fue el 35.4% alcanzado por Gómez, contra el 64,6%, de Frei. Con razones algo virtuales, como todo en este proceso, el presidente del PRSD sostiene hoy que su Partido es el más grande de la Concertación. Y, consecuente con ello, ha dicho que exigirá el respeto que tal condición merece. Tal vez Gómez exagere para aprovechar el buen resultado obtenido, habida cuenta que el PRSD bordea el 6% de la votación nacional. Pero detrás del caudal de votos hay una realidad indesmentible. El Partido más pequeño de la Concertación fue capaz de poner en jaque a sus tres socios que son más importantes, electoralmente hablando. Hasta un 10% podía explicarse por cierta falta de identidad con Frei o con su gobierno. Pero más del 30% quizás significa que la gente no está de acuerdo con los métodos utilizados. Y, lo que también es preocupante, que no les satisfacen los postulantes que le plantean. Si no fuera así, los electorales habría mucho más que un tercio de los de hace diez años. De cualquier manera, la función recién comienza. Y ahora viene la carrera en serio.
Foto: Wilson Tapia Villalobos es colaborador habitual de Fortín Mapocho
06/04/09
|