Por supuesto que es lamentable el suicidio del ciudadano cubano Orlando Zapata por medio de una huelga de hambre. Como también son lamentables todos los suicidios por cualquier medio de tantos presos en distintas cárceles de Estados Unidos, España, Chile y un largo etcétera de países.
La Iglesia católica condena el suicidio. Sin embargo, tantos que se dicen buenos católicos nada hicieron por impedir que Zapata, reo común, transformado por los medios en preso de conciencia, se suicidara. Por el contrario, algunos de ellos lo empujaron a tomar esta desgraciada decisión.
Y culpan al gobierno de Raúl Castro de la muerte de Zapata. Viene a la memoria el suicidio del abogado guatemalteco Rodrigo Rosenberg, quien contrató a dos sicarios para que lo asesinaran [aún cuando esta forma de suicidio no deja de ser extraña] y culpar al Presidente Álvaro Colom.
Los medios pretenden hacer pasar a Zapata como un “preso de conciencia”. Pero Zapata no formaba parte de las 75 personas detenidas en La Habana en el 2003 por sus vinculaciones con el gobierno de los Estados Unidos, el cual no lo incluyó en la lista de supuestos “prisioneros políticos” Fue reclutado en prisión por cubanos contrarios al gobierno cubano y desde entonces su familia comenzó a recibir dinero de organizaciones terroristas de Miami, responsables de tantas acciones terroristas en Cuba que significaron la muerte de tantos ciudadanos cubanos.
Lamentable es que la bancada del Partido Socialista de Chile se haga eco de la dictadura mediática impuesta desde el Norte, “ante las sistemáticas denuncias efectuadas por diversos organismos de derechos humanos por la situación que afecta a los denominados presos de conciencia en Cuba”.
Concuerdo con la Bancada en lo de los “denominados presos de conciencia”. En efecto, no es lícito llamar presos de conciencia a quienes conspiraban contra el gobierno de Cuba junto a representantes de un gobierno extranjero, en este caso, de los Estados Unidos.
En cualquier país del mundo esta acción es penada por la ley. Así, el Código Penal de Estados Unidos castiga con pena de 20 años a quien preconice el derrocamiento del gobierno o del orden establecido, 10 años de prisión para quien emita “falsas declaraciones” con el objetivo de atentar contra los intereses de Estados Unidos, y 3 años a quien “mantenga correspondencia o relación con un gobierno extranjero.” El Código Penal español castiga con pena de 4 a 8 años a quienes “mantuvieran relaciones de inteligencia o relación de cualquier género con gobiernos extranjeros con el fin de perjudicar la autoridad del Estado o comprometer la dignidad o los intereses vitales de España”, y con pena de 10 a 15 años a los culpables de intentar destituir o suprimir facultades del Rey de España. El Código Penal de Francia castiga con pena de hasta 30 años y 450.000 euros de multa “el hecho de mantener relaciones de inteligencia con una potencia extranjera”. El Código Penal de Chile establece que “todo el que dentro del territorio de la República conspirare contra su seguridad exterior para inducir a una potencia extranjera a hacer la guerra a Chile, será castigado con presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo. Si se han seguido hostilidades bélicas la pena podrá elevarse hasta la de muerte.”
Como se observa, los denominados “presos de conciencia” cubanos recibirían penas muy superiores, si cometieran esos delitos en cualquiera de los países “cuyos organismos de derechos humanos efectúan sistemáticas denuncias por la situación que afecta a los denominados presos de conciencia en Cuba”.
Ustedes, como hacedores de leyes, deben saber que en Chile también se castiga a quienes pretenden derribar al gobierno.
La diferencia es que en Chile la ley no se cumple. Y se puede derribar un gobierno, asesinar al presidente y no pasa nada.
Termina la declaración la Bancada : “En virtud de lo expuesto, los Diputados Socialistas vienen en solicitar al embajador de Cuba en Chile, la preocupación por la situación de los prisioneros de conciencia, solicitando su inmediata e incondicional liberación; asimismo es muy importante que las autoridades cubanas, sujeten su accionar conforme a los principios generales del Derecho Internacional de las naciones civilizadas.”
¿De qué naciones civilizadas hablan, compañeros? ¿De los Estados Unidos que violan sistemáticamente los derechos humanos en su país, en Irak, en Afganistán, en Cuba? ¿De Chile que viola sistemáticamente los derechos humanos, por ejemplo, de los mapuche?
Compañeros, para ser verdaderamente consecuentes, deben solicitar al gobierno de Chile la libertad inmediata de los presos de conciencia en Chile.
¿Por qué no solicitar al embajador de Colombia la liberación de los miles de presos de conciencia que hay en ese país? ¿Por qué callan] ante el hallazgo de la mas grande fosa común descubierta en Colombia con los restos de mas de 2.000 personas en La Macarena, en el departamento del ? ¿Por qué callan ante el asesinato del periodista Clodomiro Castilla, asesinado mientras leía un libro en la terraza de su casa en Montería y mientras ustedes redactaban la declaración que ha motivado esta carta?
¿Por qué no interpelan al embajador de USA por el asesinato de miles y miles de iraquíes? ¿O por el asesinato por error hace unos días de cien civiles afganos o por las torturas en Guantánamo? ¿Por que no velan por los derechos humanos de Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González, los cinco antiterroristas cubanos, cuyos derechos humanos han sido violados sistemáticamente en cárceles de Estados Unidos donde están presos injustamente por proteger del terrorismo a Cuba, de cuyos hijos 3 478 murieron y 2 099 quedaron mutilados por acciones terroristas?
¿Por qué no dicen nada al embajador de Honduras ante el asesinato del periodista hondureño Nahún Palacios en la colonia Los Pinos de Tocoa, o ante el asesinato, unos días antes, del periodista hondureño David Meza, mientras regresaba a su casa en el puerto de La Ceiba , o ante el asesinato unos días antes del periodista hondureño Joseph Ochoa de Canal 51, o ante el asesinato unos días antes del sindicalista Julio Funes Benítes;de la joven hondureña Claudia Larissa Brizuela en su casa de San Pedro Sula, o de la activista hondureña Vanesa Zepedatodos ellos ocurridos después que asumiera el gobierno democrático de Porfirio Lobo?
Compañeros no olviden que –en teoría– ustedes representan al pueblo socialista, que gracias a él están en el Parlamento y que ante el deberán rendir cuentas.
Fraternalmente,
Álvaro Escobar Antoine
24/03/10
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