El bombardeo del 19 de marzo de las fuerzas de la Coalición, cubierto políticamente por la resolución 1973 de Naciones Unidas fue un acto de guerra. Como el objetivo final según lo han precisado algunos miembros de la Coalición es la eliminación de Kadafi y la resolución sólo habla de crear una zona de exclusión aérea en territorio libio el supuesto central de las operaciones es que el ataque inicial por fuerzas superiores tendrá tales resultados que se habrán creado las condiciones para que Kadafi sea abandonado por su ejército o lisa y llanamente eliminado.
Establecer una zona de exclusión aérea es una operación compleja que implica la destrucción de radares, misiles tierra aire, defensas antiaéreas, bases aéreas, helicópteros de combate a baja altura, y como se probó en las primeras 48 horas de ataques aéreos, se trata también de asumir víctimas civiles. A las cuales debe agregarse el ataque y destrucción de instalaciones civiles, rutas, infraestructura, vehículos y destacamentos del ejército libio, lo cual lleva al compromiso de una guerra a gran escala en violación flagrante al mandato 1973 de Naciones Unidas. Esto ha tenido consecuencias políticas. La escalada aérea obliga a la Liga Árabe a desmarcarse de la Coalición. La reacción del pueblo árabe en Túnez y Egipto ha sido clara en el sentido que no es admisible la injerencia de fuerzas extranjeras y menos aún la invasión en el proceso de democratización del Medio Oriente. Bank i Moon y Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile en visita oficial al Cairo, fueron violentamente rechazados en la plaza Harir por manifestantes que repudian el ataque a Libia y la cobertura que la ONU otorga a la escalada de la Coalición. Amro Musa, Secretario General de la Liga Árabe entiende el repudio del pueblo árabe a la intervención de la UE, EEUU y la OTAN y el apoyo de la fuerza aérea de Qatar [aliado militar de EEUU] en las acciones de la Coalición, y en abierta retirada a dichos anteriores Musa, declara que “la protección de los civiles no necesita de una operación militar”.
Los supuestos de la Coalición
El fin de las dictaduras de Ben Alí y Mubarak en Túnez y Egipto fue decisivo en el cálculo de EEUU, la UE así como en el Alto Comando de la OTAN que vieron el momento de imponer una transición democrática en Libia al estilo de esos países. Fue el momento de cobrar cuentas a Kadafi. Dos elementos centrales primaron en esta estrategia.
Uno, la convicción que un golpe militar inicial de proporciones llevaría a la división del ejército y a la oposición a Kadafi al control político en Tripolitania, Cyrenaica y Fazzan. La dimisión del ministro del Interior, general Abdul-Fatah Younis y su apoyo a la “revolución del 17 de febrero” así como su llamado al ejército para “unirse a las legítimas demandas del pueblo” impulsaron/justificaron la estrategia de la intervención militar como elemento decisivo para la eliminación de Kadafi. Las potencias de la UE y EEUU asumieron que el llamado de este general habría sido acogido por las tribus de Tripolitania, sector más bien oficialista del territorio libio, las cuales se unirían a las tribus opositoras y clanes familiares del este de Libia.
Dos. La división de tribus y la disidencia dentro de la propia tribu de Kadafi, Qadhadhifa, y de esta con las tribus aliadas del pasado, Maqarha y Warfalla y aún la de su propia cofradía la sanusi con otras de origen árabe, bereber y tubú caos, fueron determinantes para considerar que una intervención relámpago bastaría para instalar un gobierno de coalición nacional en reemplazo de Kadafi.
Se relatan muchos episodios acerca de este caos tribal algunos de los cuales, según los estándares occidentales de democracia ya habrían sido suficientes como para dividir el ejército y alinear la población en torno a la oposición. Es el caso de la amenaza del Consejo de Sabios de la tribu de Al-Zuaya instalado en el eje petrolero del Este libio que en un momento amenazó con suspender el aprovisionamiento de petróleo hacia Europa. Es el momento en que interviene la tribu de Al-Warfalla, hasta ese momento aliada de Kadafi, y demanda su salida del poder y del país, requisitorio al cual se unen las tribus Tuareg [Veáse Alí Chibani. El rol de las tribus en Libia. Le Monde Diplomatique |marzo 2011|].
Es importante entender estas apuestas políticas como parte del juego de poder de las tribus que corresponde precisamente a la ideología con la cual Kadafi entiende la organización del Estado. La tribu es un actor político con objetivos y medios mucho más potentes y comprehensivos que un partido político occidental. La tribu, según el Libro Verde es una “escuela social en la que todos crecen absorbiendo los altos ideales que terminan estableciendo el modelo de comportamiento vital. La tribu es un ‘paraguas’ social natural para la propia seguridad”. Es así como frente a las autoridades, la tribu representa el papel de órgano intermediario con la población mediante el cual se presentan demandas y quejas. En tal sistema, donde los órganos de representación pública no existen, al menos en la forma de las democracias occidentales, el pueblo debe expresarse a través de la tribu. Es así como se entiende la constitución, distribución e inversión de los dineros públicos. En ese reparto muchos quedan fuera pues Kadafi entiende resolver algunos problemas sociales en desmedro de otros sin contar el pago con que se benefician algunas tribus para cumplir con la tarea de influir sobre agrupaciones políticas. Uno de los excluidos del sistema, el líder del Frente de Tubus para la Salvación de Libia, Issa Attubawi, señala el abandono al cual son sometidos miembros de su tribu, quienes carecen de servicios fundamentales del Estado como la educación y la salud [Alí Chibani. Ibid].
La Coalición justifica su intervención con su imagen –occidental– de lo que es aceptable o no como proyecto de democracia y que se supone que convendrá y será aceptado por el pueblo libio. Esa imagen la proyecta en la compleja trama de influencias entre tribus, en su lucha por el poder y donde resulta determinante la alianza de sectores de militares con la oposición.
El hecho que después de 42 años de esta práctica política las potencias occidentales realicen una intervención de guerra para recuperar la democracia para el pueblo libio deja al descubierto las verdaderas intenciones. La lista de necesidades de Europa nos lleva a entender del por qué de la intervención y aún más la fragilidad de ésta en un mundo multipolar de equilibrios eminentemente inestables.
Basta mencionar las “necesidades europeas” para entender la dificultad de concretar la pos intervención, o para decirlo brutalmente: “después del bombardeo: ¿Qué?”
A continuación la lista de necesidades, urgencias y precariedades de los aliados europeos de la Coalición:
[a] necesidad de fuentes de energía estable y segura; [b] agua. El subsuelo libio esconde un potencial inestimable de agua. Según estimaciones proporcionaría agua a ese país durante cuatro mil ochocientos años; [c] necesidad de una barrera internacional a la emigración incontrolada hacia el espacio europeo; [d] estabilidad política en el Magreb según estándares institucionales manejados, comprendidos, financiados y en definitiva manipulados desde el espacio europeo; [e] comprensión de su precariedad como sociedad con problemas de inestabilidad financiera, fuerte desempleo, demandas sociales crecientes, etc., [f] last but not least debilidad de la clase política europea consciente de su incapacidad para resolver sus propios problemas y por qué no decirlo su sucesión en el poder.
Cuando el proyecto de democracia se presenta como un residuo de la doctrina militar
Por su complejidad y el horizonte en el cual se sitúa su solución, el escrutinio de estas necesidades explica la fuga hacia adelante que significa la guerra planteada por la Coalición. [Desde luego no se trata de una conspiración elaborada en la “secretaría general mundial del imperialismo”.
Esta caricatura que ha obnubilado por décadas el pensamiento de la izquierda impide el análisis de la guerra, de la crisis de un sistema capitalista inviable para la humanidad y de la transición hacia nuevos horizontes]. La intervención bélica en Libia excluye la política al menos en su fase actual. Su lógica es la de una Blitzkrieg con medios militares aplastantes, destinados a resolver de un golpe fulminante el equilibrio político inestable en Libia. Obama advierte que EEUU asume el mando de la Coalición por pocos días [declaración que repite en su visita a Chile] pues advierte el peligro de la intervención de tropas terrestres, experiencias que desde la Guerra Fría se han soldado en fracaso: guerra de Corea que podría calificarse como un empate, seguida por fracasos en cada uno de los otros casos, a saber: Camboya, Granada, República Dominicana, Somalia, Irak en 2003 y Afganistán. El General James Mattis, Comandante del Mando Central de EEUU [USCENTCOM] señaló que la zona de exclusión aérea “implicaría de facto una campaña de bombardeo a gran escala, contra el sistema defensivo aéreo libio. En otras palabras, se trataría de una operación militar de gran escala donde “no bastaría con decirle a la gente que no volasen aviones”. Ese sería el significado de “anular toda capacidad de defensa aérea para establecer esa zona de exclusión aérea, pensar otra cosa es hacerse falsas ilusiones” [“U.S. general warns no-fly zone could lead to all-out war in Libya http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=23535].
Sin la capacidad militar de EEUU la Coalición no habría llegado al grado de eficiencia que precisa la Blitzkrieg. Al menos en lo que se refiere a aniquilar la capacidad de comunicaciones y teledirección de misiles de la defensa antiaérea de Kadifi mediante misiles Tomahawk que sólo la marina de EEUU e Inglaterra poseen.
La fuerza militar de EEUU se encuentra en un proceso de descentralización y de reorganización al interior de los cinco Comandos en el mundo. Esos Altos Mandos regionales poseen los módulos necesarios para la intervención de fuerzas expedicionarias con los cuales se busca definir la presencia norteamericana en escenarios de ultramar. Esta política de defensa está ligada a la eliminación progresiva de bases militares, y su transformación en fuerzas aerotransportadas en el modelo del cuerpo de Marines. En el caso de Libia, Robert Gates, secretario de defensa, apoyado por Obama excluye cualquier fuerza expedicionaria, el llamado On-call Aerospace Expeditionary Wing [AEW].
La guerra en Irak, al igual que el Blitzkrieg en Libia, se desencadenó con una zona de exclusión militar preparada en algunos días y que finalmente duró 12 años, lo cual junto con la experiencia americana de una administración bajo su control, absolutamente fallida, fue determinante para desechar nuevas intervenciones en el terreno.
Se desecha al mismo tiempo la intervención mixta de fuerzas expedicionarias con alta tecnología y con apoyo local, como fue la alianza que se estableció hasta su muerte con el comandante Ahmed Shah Masud de la Alianza del Norte en Afganistán.
La intervención militar en el terreno requiere un cierto grado de independencia de combatientes y comandantes. Las limitantes operativas de las fuerzas en combate, en términos de armas, vehículos, hardware de comunicaciones, aprovisionamientos y…lealtades, traslada el centro de gravedad de las fuerzas antagónicas en operación, al terreno de la política de las redes sociales, en este caso tribus y clanes familiares. En ese terreno los sistemas tecnológicos de información, vigilancia y reconocimiento, más la tecnología de inteligencia para el análisis de situaciones alejadas de la línea de operaciones, no se traduce necesariamente en información válida para los estados mayores extranjeros y de éstos hacia los combatientes en el frente. En síntesis ninguna de las complejidades de la intervención en el terreno se encuentra en la ofensiva aérea pues el ataque a los objetivos se lanza desde buques de guerra; seguidamente, la inteligencia adquirida por años desde satélites espías, así como la detección, interceptación y grabación de las frecuencias de los radares libios permite la programación de los computadores de los misiles de crucero y de los misiles aire-tierra, para con ella asegurar la destrucción de los sistemas de armas que las emiten. Los aviones de combate así como de reconocimiento y los satélites espías permiten evaluar los resultados del ataque y retransmitirlos al centro de operaciones para la reprogramación de los ataques futuros.
Claramente el éxito en el aire no asegura el éxito en las operaciones terrestres y menos aún de una fuerza extranjera.
Utilizar como proxy los ejércitos de la Liga Árabe en el momento actual parece alejado de la realidad cuando en los emiratos árabes [Bahrein], Yemen, Arabia Saudita, Siria, surgen desde la opinión publica procesos de democratización abiertamente opuestos a toda intervención de tropas extranjeras.
* Director de Fortín Mapocho
03/2011
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